viernes, 31 de enero de 2014

Similitudes y diferencias. Tipos de narrador.

La principal diferencia entre literatura y periodismo es la ficción y no ficción. En la primera,  el escritor crea un mundo que puede ser verosímil o fantástico pero que tiene que ver con la realidad (cuenta un hecho literario) y, el periodismo, tiene que ver con la no ficción y puede ser desmentido (cuenta un hecho real). Dentro de él hay que distinguir dos aspectos:  

-          La información: son las cosas que sucedieron contadas de la forma más exacta posible. En el buen periodismo, la información esencial tiene que ser igual en todos los periódicos.
-          La opinión: es el comentario que el periodista hace de las cosas que ocurren. 


Aunque hay literatura en los periódicos y artículos periodísticos, también existen libros periodísticos. Del mismo modo, el periodismo toma recursos de la literatura. Hay novelas y obras de ficción que se disfrazas de personajes. A medio camino entre la literatura y el periodismo están:

-          La novela de no ficción: aquella que se base en los hechos reales. Algún ejemplo es A Sangra Fría, de Truman Capote o Soldados de Salamina, de Javier Cercas, una historia de la guerra civil que mezcla hechos reales con elementos de ficción. El escritor juega con el lector, haciendo que piense que todo es real.

-          La auto-ficción: juega con las diferencias entre autobiografía y novela, con sus límites. Es un tipo de novela en la que el protagonista se identifica con el autor y, aunque les suceden cosas comunes, al personaje le ocurre también otras. Por ello, el lector no sabe dónde está la frontera de la realidad y ficción.


El periodismo comienza contando los datos de manera directa, sin demasiadas metáforas y de forma objetiva. A diferencia de la narración, en la que el autor está dentro de la obra, en el periodismo el autor trata de quedarse fuera. No obstante, a partir de ciertos momentos, el periodista empieza a utilizar técnicas literarias para llamar la atención y captar la atención de los lectores. Por este motivo algunos géneros periodísticos, como el relato, pueden utilizar los mismos recursos que la novela.

Del mismo modo, algunas novelas puedes recordar en algunos puntos a alguna parte del periodismo. Como ejemplo Relato de un Naufrago, de Gabriel García Márquez en la que el autor entrevistó al protagonista y, después lo contó con sus propias palabras por lo que no se inventa hechos pero se cuenta de una forma más cuidada. Hay entonces varios tipos de narradores que van apareciendo en el periodismo narrativo pues éstos son las personas que nos cuentan las historias. Los tres tipos principales son:

I)                    Narrador omnisciente (N>P): es el tradicional y el que sabe todo, el pasado, presente y futuro de todos los personajes.

II)                  Narrador que se identifica con un personaje (N=P): el  que lo cuenta es un personaje. Tiene dos variantes:
a)      Que el que lo cuenta sea el personaje principal: falsa autobiografía como El Lazarillo de Tormes. La diferencia con la autobiografía real en que en ella la persona que firma el libro es la misma que cuenta la historia.
b)      Que el que lo cuente sea un personaje secundario, un testigo como Dr.Watson en Sherlock Holmes. Lo cuenta otro porque si el personaje contara todas sus virtudes como propias, el lector lo rechazaría.

El problema de las autobiografías es que no se sepan leer y se identifique el pensamiento del autor con el del protagonista. Es lo que se denomina “lectura ingenua”. Puede ocurrir, también, que el narrador sea engañoso y nos mienta.

III)                Narrador establecido con el punto de vista (N<P): es una innovación que surge en el siglo XI en el que una tercera persona adopta el punto de vista de un personaje (por lo que no es omnisciente).

Para entender la literatura y el periodismo que la contiene, es imprescindible hablar de la retórica clásica y de los elementos del discurso de la oratoria latina. La “inventio” consiste en encontrar el tema del que voy a hablar, la “dispositio” en la disposición de esas partes ya que hay que buscar la eficacia) y, la “elocutio”, en escoger las palabras adecuadas para expresarlo. Estas reglas clásicas y respetadas en buena parte de la historia, han sido últimamente muy alteradas para dar lugar a novelas en las que la estructura de principio, nudo y desenlace no ha sido respetada: la narración comienza con algún punto del nudo o, incluso, del desenlace. 

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