El pasado
miércoles 5 de marzo el escritor griego Vassilis Vassilikos visitó la Facultad
de Filosofía y Letras y dio una conferencia, organizada con la ayuda de la
Editorial Hoja de Hojalata. Consistió en una conversación en griego, con una
traductora, en la que el autor presentaba su última novela: Lo poco que sé
de Glafcos Zrasakis.
Vassilis
Vassilikos, nacido en 1934, estudió periodismo y, debido a sus actividades
políticas, se vio obligado a exiliarse durante siete años. Su obra más conocida
es Z, convertida en película por Costa-Gavras y con un final
emocionante: se va listando todo lo que estaba prohibido y acaba con la letra
“z” que, en griego antiguo, significaba “seguir vivo”. Esta novela se hizo
popular entonces por razones “externas” a las meramente literarias por lo que
el autor bromeó sobre esto.
La novela que
ha venido a presentar es la biografía de Glafcos Zrasakis escrita por
Vassilikos. De este modo, nuestro autor recorre la vida de su compatriota,
quien ha desaparecido en circunstancias no demasiado claras. A medida que
cuenta la historia, va explicando las diversas etapas por las que fue pasando
el autor de la biografía para investigar las pistas y huellas. Muestra, además,
el legado literario que fue dejando Zrasakis. Como dicen algunos críticos “la
trama de la novela es, por tanto, compleja, pero fluye de tal modo que incluso
el propio narrador teme parecerse a Zrasakis hasta el punto de confundirse con
él. El lector también corre este peligro.
Durante la
conferencia, Vassilikos hace varias referencias a la política. Bromea, por
ejemplo, cuando se le pregunta qué piensa sobre que se le considere
comprometido, diciendo que sólo fue militante durante su etapa de tres años en
el ejército. Sostiene también que todos los escritores son políticos ya que
detrás de “política” está “ciudad”, “civilización” y, por tanto, la
sociedad.
Cuenta
también el autor griego que de pequeño odiaba la Grecia Clásica por lo mal que
se enseñaba en el colegio. Estuvieron un año estudiando Antígona pero,
hasta verla representada, no sabía de qué iba pues la utilizaban para estudiar
el vocabulario, la gramática y la sintaxis. De aquí extrae la reflexión de que
el mito de Antígona sigue vivo: hay víctimas tanto entre los vencedores como
los vencidos y Antígona dice que son más importantes las leyes de Dios (que
decían que había que honrar a los muertos) que las políticas (que lo
prohibían). Dice entonces que hace falta una nueva Antígona y también un
Prometeo. Se nota pues, durante toda la charla con el autor, la vigencia de lo
clásico.
El autor
bromeó también con la palabra “idiota”, jugando con su etimología y
demostrando, una vez más, que la cultura griega está en la base de la nuestra.
Lo privado se dice en griego “idiotis”, que pasó a “idiota” y que acabó siendo
“estúpido” (el que no se preocupa por lo público, el que sólo se preocupa de sí
mismo). Continuó entones comentando que cada idioma tiene sus idiotismos: frases
hechas que sólo tienen sentido en una lengua.
Vassilikos,
después de utilizar en varias ocasiones el término “persona” con su sentido etimológico
“máscara”, incurre en cierta demagogia: dice que todo lo que pasa es culpa de
Ángela Merkel cuando ella es sólo le presidenta de Alemania y no del continente.
Pero es que a la gente le gusta buscar culpables. El peor momento para él de
todos los trágicos en la historia de su país es, por tanto, la crisis ya que
con ella no se sabe quién es el enemigo.
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