Al encuentro de Mr.Banks es una película de drama y comedia
biográfica cuyo título original es Saving
Mr.Banks. Está dirigida por John Lee Hancock y protagonizada por los
brillantes y conocidos Tom Hanks y Emma Thompson. Estrenada el pasado año comienza
con una suave y lenta interpretación al piano de “Chim chim chero”, canción que
se oyó por primera vez en 1964 siendo parte de la banda sonora de Mary Poppins. Sumándole a esto una voz en off (“viento del este y niebla
gris, anuncia que viene lo que ha de venir”, que recuerda a la frase de la
protagonista de la obra de 1964 “me quedaré hasta que cambie el viento”), la película
consigue que nos sumerjamos por completo en un mundo nuevo. O quizás no tan
nuevo, quién sabe si se trata de una vuelta a la infancia. A partir de aquí la
película cuenta la historia de la escritora P.L. Travers y de cómo Walt Disney
intenta hacerse con los derechos de autor de su mejor obra para llevarla a la
gran pantalla. La trama va avanzando gracias a las diversas reacciones de la
señora Travers ante las distintas acciones que llevan a cabo el director y el productor
para conseguir su simpatía.
Esta película nos muestra una
parte no tan conocida de la vida de Walt Disney y sus alrededores además de
continuas referencias a distintos personajes, canciones y producciones de la
compañía que son conocidas por los espectadores de todas las edades. Esto hace
que, desde el primer momento, sintamos la película muy cercana y vayamos
ilusionándonos, y también decepcionándonos, a medida que la trama avanza y se
van resolviendo, o complicando, los aparentes problemas.
El sorprendente y emotivo final
de Al encuentro de Mr.Banks sumado a
la voz en off que esta vez dice “viento
del este y niebla gris, anuncia que viene lo que ha de venir, no me imagino qué
ira a suceder, mas lo que ahora pasé, ya pasó, otra vez” hace que, cuando se
enciendan de nuevo las luces del cine, nos vayamos a casa con un muy buen sabor
de boca y con una sonrisa enorme en la cara pero con una sensación un tanto
agridulce: la felicidad al habernos sentido de nuevo niños durante un par de
horas y los sentimientos contrapuestos al darnos cuenta de que, cuando salgamos
de la sala, toda esa magia no existirá. O quizás sí. Cada uno tendrá que
elegir.
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